Re-encuentros

"Vuelve, a casa vuelve... por Navidad"
Esa era la musiquilla de un anuncio de turrones de hace nos años... La idea es que estas fechas navideñas son fechas de re-encuentro.

En mi caso, tres personas de las que no sabía nada hace tiempo han reaparecido en mi vida; como un blip en la pantalla de fósforo verde de un radar.

En uno de los sitios donde más gente se mueve -probablemente- de Barcelona, una tarde me encontré con el primero de estos "reaparecidos". Apenas charlamos unos minutos, pues yo volvía para casa y él había quedado con un amigo. Quedamos en que le dejaría un comentario en su fotolog y que, con más tiempo, le enviaría un mail donde le contaría qué tal me iba todo. Y aunque con retraso, una tarde empecé a escribir ese mail todavía sigue en los borradores de una de mis cuentas de correo (quienes me conocen saben que tiendo a enrollarme bastante, cuando me pongo...).

El segundo "encuentro" fue, precisamente, por mail. Después de ¿cuánto?, quizás diez años, aparece en mi bandeja de entrada un mail de esta guisa:
Hoy, no sé porqué, me he acordado de tí. Soy (edited), que ya no sé ni qué e-mail tienes ni si este e-mail aún lo tienes operativo. ¿Eres (edited), no? El del club.
Pues sí: soy yo. En un mail posterior dice que fue fácil encontrarme buscándome en Google. He realizado la prueba, y buscándo mi nombre completo (nombre y dos apellidos), obtengo 86100 resultados. Ninguno de los enlaces en las tres primeras páginas de resultados tiene nada que ver conmigo... Pero si la búsqueda la repito con comillas encerrando el nombre, entonces sólo obtengo dos resultados; y el primero apunta a mi página web de la universidad. (En segundo resultado parece que apunta a una web generada automáticamente para poder insertar anuncios AdSense de Google, y en la que, por casualidad, aparece un enlace a web de la Universidad...)

Después de responderle, me fijé en que en su mail, la firma, incluía un enlace a su blog. Y para allá me fui. En su blog descubrí que sigue aficionado al mundo de los musicales, del teatro, de la música gótica...

Y finalmente, el tercer re-encuentro: por teléfono. Ayer, mientras dormitaba por la tarde, sonó el teléfono. Al otro lado, apareció ese amigo que hasta hace unos días estaba en Nueva York y que ahora vive en una masía rodeado de cerdos, vacas y gallinas (y su pareja, que obviamente no pertenece a ninguna de las categorías anteriores, aunque los haya incluido a todos en la misma frase ;) )

Eso de que me despierte el teléfono nunca me ha gustado, pero es que además, mis procesos mentales no funcionan a velocidad normal recién despertado... Hablamos poco, hasta que la señal se interrumpió (me llamaba desde el tren, volviendo a la civilización, a Barcelona) En el correo, recibí una invitación para ver su perfil en FaceBook (pero antes tengo que registrarme)

Sin embargo, esta mañana, en el silencio de un edificio donde todos duermen menos yo, me he dado cuenta de que los tres re-encuentros tienen en común el contacto electrónico, el contacto tangencial, por llamarlo de algún modo. En vez del contacto directo de la llamada, del encuentro en persona, nos relacionamos mediante el blog, la red social, el correo electrónico...

Nada en contra, por supuesto, sólo reflexiono en "voz alta"; como siempre sorprendido de lo curioso de esta nueva forma de relacionarnos.

Sería interesante, sobretodo ahora, en estas fechas, saber si la tecnología nos ayuda a todos a estar más cerca los unos de los otros, a salvar las distancias, a sentirnos menos solos... Mientras estuvo en USA, mi amigo podía charlar y ver a su pareja a diario gracias a Skype, gracias a la webcam. He podido seguir a su lado gracias a los posts que publicaba en su diario, aunque fuera intermitentemente, al todavía más intermitente intercambio de correos...

Desde que bookmarqué los fotoblogs de otro par de amigos, pasar por sus páginas se ha convertido en una pequeña rutina, en un acto reflejo de ese ir y venir por internet. Cuando publican un nuevo post, es como si nos encontráramos por casualidad por la calle, como si tuviéramos una de esas pequeñas conversaciones intrascendentes del tipo hombre!, ¿qué tal?, Pues mira, tirando... Pequeños fragmentos de cotidianeidad que mantienen la relación que de otra manera caería en el olvido.

La pregunta que habría que plantearse es: ¿es suficiente esta "amistad digital" para desterrar la soledad que sienten algunos en estas fechas?. ¿Hemos evolucionado emocionalmente para sobrevivir a este nuevo entorno de prisas y de tiranía de los horarios productivos 24x7?

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